Partido Humanista Concordia

Equipo de Base del Partido Humanista de Concordia


A 33 Años del Golpe



El próximo 24 de marzo,

"Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia" y en el que se cumplirán 33 años del Golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, los humanistas nuevamente reclamaremos memoria, verdad y justicia, pero completas. Reconociendo los avances que han sucedido en ese ámbito, pero también la deuda que aun está vigente y los peligros que acechan el futuro, desde el momento actual.

Los humanistas repudiamos todo tipo de violencia y estimamos que ninguna causa la justifica a excepción de la legítima defensa. Sin embargo, no podemos dejar de señalar las inevitables responsabilidades de quienes en ese momento histórico, imprimieron una de las mayores expresiones de crueldad sistematizada, utilizando el mayor aparato de poder de la época que era el estado nacional, y como estructura idónea a las FFAA.

Decíamos que exigimos una memoria completa. Esa memoria no solo reclama la justicia humana sobre los ejecutores, los autores materiales, sino también sobre los mentores, o autores intelectuales y los cómplices de esos crímenes. Las nuevas generaciones necesitan una verdad histórica que no puede ser a medias.

No nos conforma saber la verdad de lo que ocurrió con los asesinatos, los secuestros, las torturas, el robo de bebes, las identidades de los cadáveres, sino también sobre lo que estaba detrás de todo ello, y lo que estaba por delante, que no dejaba ver lo que estaba pasando a las mayorías. Por que de eso no se habla, y no se sabe la verdad. No nos basta saber que solo fue para instalar un sistema económico como no nos basta saber las cifras y las estadísticas de los muertos y desaparecidos. Porque aun no se ha hecho justicia con los criminales, y aun están activos los artífices de aquel desastre, operando sobre nuevos genocidios y formas de extorsión para sostener el “modelo” tan anti humanista en si mismo, como violenta su metodología, tal como en aquel momento. No solo apropiados de la objetividad por el monopolio de los medios de producción, sino también de la subjetividad por el monopolio de los medios de difusión y formación de ideas y creencias disfrazadas de “libertad de opinión”.

Sin justicia no hay reconciliación. Es necesario no olvidar ni perdonar, si no se quiere falsear la conciencia de cada argentino, ya que siempre quedaremos atados al pasado, y no se podrá abrir el futuro, presto a cada paso a repetir los errores y las crueldades cometidas.

Hoy se ha dado un enorme salto con la derogación del código de justicia militar, y con él, la eliminación de la pena de muerte de nuestro ordenamiento jurídico, cumpliendo con el compromiso argentino de respetar el Pacto de San José Costa Rica, convirtiéndose en el sistema de justicia militar mas avanzado de la región. Por otro lado, asistimos al espanto de escuchar, de la supuesta “opinión publica”, el requerimiento histérico e irresponsable de la pena de muerte, la penalización de los niños, y la mano dura en las calles, viendo al germen del fascismo ser el movilizador de muchos desprevenidos que no han encontrado el modo de canalizar su descontento en una dirección verdaderamente transformadora, alentando la profundización de la desigualdad, la inequidad y la injusticia.

Sera necesario también, que aquella parte de la generación que fue cómplice por equivocación, por ignorante o por impotente, y que prestó el tácito consentimiento a que las cosas se desarrollaran como lo hicieron, también efectúen un examen de conciencia. No es posible superar la culpa y la predisposición a la repetición sin reconciliación interna con los propios errores. No será posible la reconciliación sin el afectuoso sinceramiento interno al que accede aquel que tiene aspiraciones que trascienden al egoísmo y la cobardía. Solo es posible sincerar la historia, si también se sinceran las conciencias.

En el Año Internacional de la Reconciliación, como fue nominado el 2009, en nombre de las futuras generaciones, los humanistas les pedimos a la generación que hoy está en el poder, que limpien sus mentes de contradicción y que asuman las responsabilidades, reparando doblemente todo mal que se haya infringido, sea por acción o por omisión, porque aún tienen en sus manos el futuro de nuestro pueblo.

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